- Área: 290 m²
- Año: 2009
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Fotografías:Javier Bravo, Gaztelu Jerez Arquitectos
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Esta vivienda se ubica en un barrio residencial promovido a mediados de los años 40 del siglo pasado por la Obra Sindical del Hogar (OSH), con una trama urbana ortogonal y con una superficie total de 223.700m2. En su mayoría, las viviendas constaban de dos plantas, respondiendo a una modesta Arquitectura vernácula caracterizada por fachadas encaladas en blanco, zócalos de piedra, huecos pequeños y cubiertas inclinadas de teja. En su zona posterior poseían jardines privados, utilizados como huertas para el autoabastecimiento de sus habitantes, emigrados del campo a la ciudad.
Durante estos 70 años y debido a la falta de una normativa clara que abogara por el respeto total a la preexistencia o por la libertad de diseño, ha sufrido diversas intervenciones hoy en día irreversibles. Actualmente la configuración urbana se mantiene, pero las tipologías originales han desaparecido en gran medida. Debido al crecimiento de la ciudad, actualmente el barrio se encuentra rodeado por la trama urbana de ésta. Estamos ante una Arquitectura con carácter popular en pleno entorno urbano.
El proyecto pretende unificar criterios de la Arquitectura popular con otros actuales, en busca de una respuesta contemporánea a la vez que respetuosa con la tradición y el entorno. Formalmente, la casa se concibe como un volumen desplazado en vertical y horizontal a partir de un núcleo central, manipulado escultóricamente y que relaciona la vivienda desde el sótano hasta la cubierta. Este núcleo, en madera de kurupay, es a la vez mueble, escalera, espacio de instalaciones y chimenea. Se manifiesta al exterior como una chimenea unitaria y en cierto modo escultórica.
Espacialmente, el desplazamiento configura dos pequeños patios a los que se abre la casa, uno a cota de calle y otro a nivel de sótano, uno en la parte delantera y otro en la posterior. Estos patios sugieren visuales en diagonal que dan lugar a un entendimiento continuo y dinámico del edificio en relación con su exterior. El pequeño patio de acceso sirve de acogida, y desde él se percibe una sucesión de espacios exteriores e interiores en continuidad, siempre en diagonal.
El jardín a nivel de sótano, de carácter japonés, proporciona luz a la planta baja, que de esta manera se convierte en un espacio muy atractivo plagado de luz.
El exterior de la vivienda remite en varios de sus elementos a la Arquitectura popular. La parte cercana a la calle de acceso respeta exactamente el volumen original de los años 40, abstrayéndolo: monocapa blanco, zócalo de piedra blanca, posición de los huecos originales y cubierta de teja. Todos los elementos se abstraen al máximo. Las fachadas posteriores se revisten en piedra blanca. El despiece varía con la altura, siendo más ancho en la parte inferior y disminuyendo en la superior, lo que dota a la fachada de una interesante vibración compositiva a la vez que recuerda la construcción de los antiguos muros de piedra tradicionales.
Las fachadas que sirven de plano de desplazamiento entre ambas piezas son de aluminio en color oscuro, en contraste con el blanco general de la casa. Ciertos huecos aluden también a las perforaciones de los muros tradicionales, colocados según las necesidades programáticas interiores. La casa es más cerrada y contenida hacia la calle de acceso, al norte, mientras que se abre con más libertad a la parte posterior, el jardín privado al sur.
El dormitorio principal vuela ligeramente para asomarse a la naturaleza, protegiendo debajo un espacio al aire libre apto para el descanso y la contemplación, que de noche se ilumina a través de un techo de chapa perforada. Los dos colores interiores se manifiestan en el interior, y viceversa: una cáscara blanca acoge un núcleo oscuro que recorre la casa en vertical.